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Erica habla posteriormente a La Bestia. http://www.clarin.com 2001
Erica está fuerte. Es casi infinitesimal la secuencia que la lleva desde la puerta al primer piso donde vive, en Palermo Viejo. Un segundo, marcó fuerte el primer escalón con la suela plataforma. Al otro, ya había cruzado la puerta. Rapidísima, puro atletismo doméstico. Una noche, en el Podestá, la había visto hacer lo mismo pero con gente. Terminó el show y en segundos cruzó la atiborrada escalera que lleva al sótano para perderse en el camarín.

No hace más de un año y medio que Erica estrenó departamento de soltera. Es decir: había pasado de vivir con sus padres a convivir con Ricardo Mollo, dejar el oeste para volver a este barrio, soñar una casa juntos y, mientras tanto, hacerse un nombre cada vez más reconocible. En julio de 2000 se puede asegurar que si todas las personas que la conocen hubieran comprado un disco suyo, la chica de la deseable boca rosa sería potencialmente millonaria. Pero no.

Erica, una potencial estrella de rock desde el primer día que puso en órbita su personaje glamoroso y sus notables canciones, vive en un pequeño departamento de dos ambientes y convida mate en una mesa de plástico. Toda su vida se concentra, de algún modo, en este living módico. De los ejemplares apilados de Oja (el provocativo fanzine de la época en que su nombre era una sigla: Ente Rico Carismático Autista) al televisor que se llevó de su paso por La Biblia y el calefón (desenchufado siempre). Y una foto blanco y negro de los setenta (1973, tal vez) insoslayable: se la ve a Erica niña y a un señor morocho tocando una guitarra criolla.
“Es mi papá, claro”, confía Erica, la voz en leve descenso.
– ¿Ya tenés la misma foto pero invertida, le devolviste canciones a tu viejo?
– No, no, nunca... por eso voy a la tele, para que mi padre me vea tocar (ríe). Tenemos una relación buena pero especial. Es que tengo un padre sex symbol...

Despojada, “chabona”, la vida de Erica entra y sale esta tarde de un puñado de valijas que están ahí a la vista. Es el eco de “una gira de aventura, una locura. Una demencia total lo que hice” o su paso autogestionado de un mes por California, donde, en un operativo Thelma & Louise, hizo trece recitales para gringos y latinos: solita con su guitarra, un cerebro de plástico y su manager María. Los resultados están a la vista: acaban de nominarla para el Grammy latino en competencia directa con Shakira por “Vete destino”, la almodovariana canción de La Bestia.

“Vete destino” no es ni por asomo la mejor canción de Erica pero sí su pasaporte mediático. La García saltó del under al rating caliente casi sin escalas y ahora es, además de todo, un personaje de la tele que se adecuó al ideario de la vedette criolla. Hay aquí una clara tensión con su política sexual crítica de los comienzos (“soy la mujer bicho esplendor/ el tacho de basura universal”). Se avecina un set largo de la entrevista, se acumulan los break points, y Erica devuelve voleas con cierto enfado y un monólogo defensivo que se podría resumir así: “Los movimientos se hacen con estrategia y mi postura no es: voy porque me chupa un huevo, sino porque quiero contaminar todo estando. En estos programas donde no iría nadie porque son ofensivos, no sé para quién, me dieron gratis muy buenos lugares que valen mucha plata. ¿Entendés?”. En síntesis: “A partir de la tele, la venta del disco se duplicó. Y los shows están llenos. La verdad no le veo la parte mala a todo esto”. ¿Touché?

Desde hace algunos meses, Erica entró en la particular órbita de Gustavo Santaolalla, donde el despegue latinoamericano asoma certero. Erica entregó un total de 40 canciones, Santaolalla eligió doce y habrá nuevo disco en el 2001. “Yo no estuve componiendo para él. Vos tenés que vibrar, tenés que vivir en estado de canción, entregarte...si estás haciendo otra cosa es tu problema.”
– ¿Necesitabas estar sola para llegar a eso?
– Y, entre otras cosas, sí. Yo vivo de esta forma, y esto es lo más ordenadito que puedo, papeles por el piso, cables y todo eso lo puedo hacer estando sola. También me hizo muy bien la época que tenía todo enchufado arriba de la cama. Y, bueno, así no se puede hacer una pareja. Es incómodo.

Soft
Perfil: Altísimo. Exposición: Media. Se la conoce como: “La boca del rock” y “La femme fatale del underground”. Próxima parada: Disputarle el Grammy latino a la reina “lateen” pop Shakira. Alerta: “No quiero transformar esta nota en la historia de mi separación”.

Programa #1
>/Ricardo Mollo
La mayoría de sus nuevas canciones giran en torno a su separación. En La Bestia, Erica le dedicó una frase contundente que pasó desapercibida: “Deja de preguntarme sé muy bien qué veo al verte”. ¿Se acuerdan de “Qué ves”?

Programa #2
>/Gustavo Santaolalla
La quiere bajo su ala desde los días de Mata Violeta, cuando vislumbró una PJ Harvey para el mercado latino. Acaba de seleccionar doce temas de un total de 40 para el tercer disco de Erica, que saldrá en el 2001.

Programa #3
>/Nicolás Repetto
La llevó a Sábado Bus después de leer una nota en Gente. La primera cerró el programa cantando. La segunda, protagonizó el almanaque: 27 puntos de ráting, el más alto de la TV argentina.
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